En algunos países de América Latina, incluyendo Venezuela, las condiciones de mercado de trabajo para la mujer se encuentran en desventaja en relación a la de los hombres, pero esta situación no ha impedido, que cada vez sean más las mujeres que trabajan por distintas razones: sostener a sus familias, independizarse frente a la figura masculina, construir su autonomía frente al entorno económico-social, entre otras.
Es una realidad que ha aumentado la presencia de la mujer en el mercado laboral, pero igualmente persisten las diferencias salariales con respecto a los hombres, la delimitación de tareas en "femeninas" y "masculinas", la descalificación de los trabajos que realiza, la extensión de su jornada laboral y la informalización de su trabajo; situaciones que tienen su origen en los modelos económicos que han sido aplicados a lo largo del tiempo, los cuales han credo un sistema laboral desigual entre los sexos, resultando la mujer, la más afectada.
Es una realidad que ha aumentado la presencia de la mujer en el mercado laboral, pero igualmente persisten las diferencias salariales con respecto a los hombres, la delimitación de tareas en "femeninas" y "masculinas", la descalificación de los trabajos que realiza, la extensión de su jornada laboral y la informalización de su trabajo; situaciones que tienen su origen en los modelos económicos que han sido aplicados a lo largo del tiempo, los cuales han credo un sistema laboral desigual entre los sexos, resultando la mujer, la más afectada.
Las mujeres siguen teniendo posibilidades limitadas para optar por un trabajo, aunque las legislaciones prohiben cualquier discriminación laboral de sexo, es cierto que aspectos como si es casada o soltera, con o sin hijos, edad, apariencia física, determinan la entrada o salida en el mercado laboral.
En muchos países la mujer se encuentra en desigualdad de género, las sociedades machistas la han etiquetado como el "sexo débil" pero en realidad ¿lo es?, difícil etiquetarla de esta forma cuando se analizan los múltiples roles que cumple: madre, esposa, empleada, doméstica...
Esta desigualdad ha hecho que en el mercado laboral, lo admitido como propio de los hombres: fuerte, complejo, especializado, resulte más calificado y mejor pago, que aquello propio de las mujeres: sencillo, delicado, disciplinado. La mujer es asociada con trabajos fáciles, domésticos, que no requieren de mucho esfuerzo; es cierto, que por la condición de féminas, es difícil en algunos casos, realizar trabajos pesados o que requieran gran esfuerzo físico, pero antes de calificar una tarea como femenina o masculina, se deben analizar las capacidades de la mujer que desea desempeñar el oficio y si lo puede realizar ¿por qué no permitirlo? recibiendo por supuesto la remuneración y los beneficios justos, por la labor que realiza.
A pesar de todo esto, el rol de la mujer se ha revalorado y cada vez es más importante su participación y su aporte. Por esta razón, es necesario que la mujer conozca sus derechos y su propia defensa, haciéndose respetar para aspirar a su felicidad y realización como persona.
No es cuestión de determinar quién es el débil o no, es una cuestión de igualdad, de hacer valer los derechos de todas las mujeres, demostrar que no están en desventaja frente a los hombres; por ende, es justo que puedan desempeñar el trabajo que les gusta, que puedan realizar y recibir la remuneración que se merecen.
Referencia de la Web:
BARRIOS GRAZIANI, Leticia. Determinantes estructurales de la sobreexplotación del trabajo femenino en Venezuela.
Link: http://www.saber.ula.ve/handle/123456789/22835
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