En este nuevo contexto no son sólo las economías de las naciones las que compiten en los mercados globalizados, sino también sus sistemas educativos; la reconversión y la modernización de la producción no podrían lograrse sin contar con sólidos sistemas de formación de recursos humanos: abiertos al cambio, productivos, innovadores y creativos, habituados a desarrollar la investigación científica y tecnológica; sabiendo que sólo esta formación puede ser lograda a través de las Universidades.
Se denomina Sociedad del Conocimiento a esa nueva etapa de la civilización humana en la cual el recurso económico básico, el principal medio de producción ya no es la tierra o los recursos naturales, ni el trabajo, ni tampoco el capital, sino el conocimiento. El rasgo central de esta sociedad, es generar conocimiento acerca de su realidad y de su entorno y utilizar dicho conocimiento para concebir y construir su futuro. De alguna forma, es la sociedad de la educación y la centralidad del conocimiento significa la centralidad de la educación.
Lo que distinguirá a las sociedades, a las personas, será su actitud y sus posibilidades de acceso al conocimiento. Es indiscutible el valor económico que representa el conocimiento, el nuevo imperativo económico necesita de éste y lo busca, en aquellos sitios donde se encuentra organizado, en las Universidades; imponiendo modificaciones sustantivas en las mismas, para que intervengan en los nuevos retos de formación de profesionales así como en la producción de conocimientos que necesitan los sistemas productivos para ganar una posición estratégica en la nueva configuración económica, estableciendo relaciones más estrechas con organizaciones no académicas, con el Estado y con el sistema productivo en general.
Estas modificaciones surgen acompañadas de cambios en las reglas del juego de las relaciones entre la Universidad y las fuerzas externas a esta institución, produciendo una situación un tanto compleja: por un lado, se origina un resurgimiento de credibilidad en la potencialidad de las Universidades, apareciendo una disponibilidad de fuerzas exógenas que las apoya y fortalece; por otro lado, se produce un sentimiento de desconfianza, al observar como dichas fuerzas son las que están imponiendo las nuevas reglas del juego.
Las exigencias de la economía por formas más eficientes de producción y transferencia de conocimiento de las instituciones educativas hacia el sector productivo se dan paralelamente en un contexto en el cual las TIC están revolucionando las formas de producción, circulación y apropiación del conocimiento.
Existen desafíos comunes a todas las Universidades, en el caso de nuestro país, las Universidades tienen que hacer frente a la Globalización creciente de la economía a nivel empresarial, que obliga a priorizar la inserción selectiva y competitiva en los mercados mundiales; tiene que dar respuesta también a la presencia de un gran contingente de población con niveles significativos de pobreza extrema y de economía informal, caracterizada por la diversidad de su productividad e ingresos.
Tanto la Globalización como la Sociedad del Conocimiento han modificado sustantivamente los diferentes entornos y en especial los laborales y del trabajo. La mayoría de los procesos del mundo se encuentran desmaterializados, lo cual coloca a las diferentes instancias de formación, incluidas las técnicas y tecnológicas frente al reto de cambiar todo el aparato educativo en función de las necesidades que se desprenden de ese nuevo ordenamiento de la producción.
La importante tarea que tiene la educación superior en Venezuela y en el resto de los países de América Latina, es emprender las transformaciones pendientes, atacando las irracionalidades y no perdiendo de vista las tendencias de los desafíos emergentes, debe asumirse con una alta dosis de creatividad, donde los valores de responsabilidad, confianza, solidaridad, equidad, y excelencia, logren una óptima combinación. La Universidad debe ser reflexiva y al mismo tiempo partícipe, debe asumir los problemas concretos de las sociedades aportando soluciones al entorno, pero guardando la distancia necesaria para reflexionar sin agitaciones.
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